Etiquetas
Publicado por Rodrigo Osegueda
Soñante: San Jerónimo
Fuente: San Jerónimo, Epistolario, 20, 30
Contexto: San Jerónimo, traductor de la biblia al latín y padre de la iglesia. Vivió en el siglo IV y es un producto típico de la cultura latina clásica en un momento en que la naciente cultura cristiana no poseía los medios educativos para ofrecer una formación autónoma. El amor que sentía hacia las letras seculares se confunde con su formación intelectual, y se depositó en él como ese trasfondo en el que cada uno conserva para sí el mundo en que se han formado sus emociones y sus afectos. Tras este sueño da cuenta de la prohibición divina que tiene sobre los textos no religiosos y se dedica al estudio de las escrituras de tiempo completo.
Arrebatado súbitamente en el espíritu, soy arrastrado hasta el tribunal del juez, donde había tanta luz y del resplandor de los asistentes salía tal fulgor que, derribado por tierra, no me atrevía a levantar los ojos. Interrogado acerca de mi condición respondí que era cristiano. Pero el que estaba sentado me dijo: “mientes; tú no eres cristiano, pues donde está tu tesoro, allí está tu corazón». Enmudecí al punto y entre los azotes –pues había un juez dando la orden que se me azotara– me atormentaba aún más el fuego de mi conciencia, considerando dentro de mí aquel versículo: ¿Mas en el infierno, quién te alabará? Pero empecé a gritar y a decir entre gemidos: Ten compasión de mí Señor, ten compasión de mí. Este grito resonaba entre los azotes. Al fin, postrados a los pies del presidente, los asistentes le suplicaban que concediera perdón a mi mocedad y me permitiera hacer penitencia por mi error; que ya terminaría yo de cumplir el castigo si alguna vez en lo sucesivo leía los libros de las letras paganas. En cuanto a mí, puesto en un trance tan terrible, estaba dispuesto a hacer promesas aun mayores. Por eso empecé a jurar y apelando a su mismo nombre dije: “Señor, si alguna vez tengo libros seculares y los leo, es que he renegado de ti”. Liberado en virtud de este juramento, vuelto a la tierra, y en medio de la sorpresa general, abro los ojos que estaban bañados con tal abundancia de lágrimas que, con el dolor expresado en ellos, convencieron aun a los incrédulos. Aquello no había sido un simple sopor ni uno de esos sueños vacíos con los que somos frecuentemente burlados. Testigo es aquel tribunal ante el que estuve tendido, testigo el juicio que temí –nunca me ocurra que vuelva a tal interrogatorio–, que salí con la espalda amoratada y sentí los golpes aun después del sueño y que, en adelante, leí con tanto ahínco los libros divinos cuanto no había puesto antes en la lectura de los profanos.
Comentario: Éste es un sueño de tipo profético, aunque San Jerónimo mismo desechó la idea de poseer sueños proféticos para sí. Sin embargo reconoce la posibilidad de poder recibir sueños punitivos o judiciales que corrigen al creyente de actos impíos. Éste sueño fue un punto de conversión en su vida, que le llevo a tener una vida de estricto ascetismo.