Publicado por Rodrigo E. Osegueda
Fuente: Hixon, Lex, La recolección de la miel.
Soñante: Alexander Paul Hixon (Sheykh Nur al Jerrahi)
Contexto: Lex Xhixon practicante americano de la tradición sufí tiene el siguiente sueño en el que se le revela una exagésis mística del Corán.
El ser abandona su cuerpo terrenal y es llevado en sueño consciente al Paraíso. Conducido por un amoroso guía descubre amplios jardines resplandecientes, llenos de jubilosos seres de luz que giran y cantan de innumerables maneras para luego dedicarse a la contemplación silenciosa, llamada zikr, la remembranza constante de Allah. Conmovido por la belleza del Paraíso, sin embargo, el ser busca entender el cuadro completo y pregunta a su guía dónde se halla el Fuego del Infierno. Sonriendo suavemente, el guía le responde: «Amigo querido, no existe ese otro espacio que tú llamas Infierno». El ser, versado en la Revelación del Islam, contesta de inmediato, «Pero leemos en el Sagrado Corán que todos aquellos que niegan a Allah serán condenados eternamente al Infierno». El amado guía interviene con firmeza: «Pero si hemos leído una y otra vez en el Sagrado Corán que Allah es Todo Compasión y Todo Misericordia, ¿cómo podría un Poder Todo Compasión crear un lugar diseñado expresamente para que los seres sufran ni por un instante, muchos menos para toda la eternidad?» El ser se sorprende y queda intrigado pero no convencido. El guía, percibiéndolo, continúa: «¿Qué nos enseña la tradición mística acerca de la persona que repite, aunque por una sola vez, con absoluta sinceridad, la illaha ill-llah, sólo el Origen fundamental merece ser venerado?» Dichoso, el ser responde: «Esa persona se cuenta entre los benditos e inmediatamente después de la muerte despierta en el Paraíso».
«¡Muy bien!», exclama el guía, «y ya que todos los seres son rayos de la Luz de Allah, la esencia de cada uno está en afirmar que sólo Allah es digno de adoración y que todos los seres despertarán después del sueño de la muerte, directamente en el Paraíso». El ser se siente muy entusiasmado con esta explicación profunda, pero como estaba tan comprometido con las palabras del Sagrado Corán, todavía dudó en aceptar esta verdad de que no existe ningún lugar aparte llamado Infierno. El amado guía se percata de esta duda y ofrece una solución definitiva: «Mi querido amigo, es cierto que cuando un ser que no ha dedicado su vida al amor sumiso por Allah llega al Paraíso no puede tolerar la luminosidad tan intensa que hay allí y por lo tanto se vuelve a quedar dormido y sueña con el Infierno. El fuego del Infierno no es más que la luminosidad purificadora del Paraíso. Y todos los sueños, aún los sueños de condenación eterna, son momentáneos. Estos seres que sueñan, pronto despiertan en el Paraíso completamente purificados y alaban al Todomisericordioso». Ante esta explicación total, el ser entiende la coherencia y el poder acerca de la maravillosa verdad de la naturaleza todamisericordiosa de Allah.
El guía conduce al ser a una gran ventana al borde del Paraíso. De ahí el ser puede asomarse y mirar toda la creación de Allah, tanto en su forma cósmica como en cada íntimo detalle viviente. Al contemplar este espectáculo impresionante, de pronto el ser siente una gran nostalgia: «Amado guía, ¿se podrá alguna vez regresar del Paraíso al universo creado?» Volviendo a sonreír suavemente, el guía responde: «No existe ese lugar independiente que tú llamas creación».
A través del poder espiritual de estas palabras, el ser inmediatamente reconoce que esto no es una ventana sino un gran espejo esférico que rodea al Paraíso por todos lados. Cuando los elementos del Paraíso se ven reflejados en la inmensa curvatura del espejo aparecen como los elementos de la creación.Los arroyos que fluyen en el Paraíso se traducen mediante este reflejo en los arroyos de la vida consciente del universo. Cuando se reflejan las doncellas que bailan en el Paraíso se convierten en los planetas portadores de vida. Cuando se reflejan los derviches del Paraíso se manifiestan como las preciosas almas humanas. El universo entero es sencillamente el reflejo del Sueño Divino.